“Yo confieso. 45 años de espía»
Fernando Rueda
· Es considerado el mayor especialista de España en cuanto al espionaje.
· Escritor de “Yo confieso” 45 años de espía | 1974: Mikel Lejarza es captado por el servicio secreto para infiltrarse en ETA con el alias de El Lobo. Con otro nombre, Mikel Lejarza sigue trabajando para el CNI.
7 de Marzo
20:20h Cena 21h Tertulia
C/Marbella 60, 28034, Madrid
Sesión del Programa de Desarrollo Personal
Cuestiones de actualidad
Beldur denaren ezpatak, punta motz
(La espada del pusilánime, punta corta)
Se hace el silencio en la sala de estar de Santillana. Una treintena de miradas se posan aún dudosas sobre el móvil junto a la bocina al centro de la habitación. Tras la presentación de su biógrafo, Fernando Rueda, por fin estamos listos para conocerlo. ¿Será en verdad él? Casi parece un escenario de película. Suena el primer timbrazo y, antes de que otro lo alcance, desde algún lugar del planeta, él coge la llamada. Una voz áspera, firme, enérgica a pesar de los 70 años que carga consigo. Una que hay quienes creen que ya se ha apagado. Una que en otro tiempo han intentado apagar.
Con nosotros, Mikel Legarza, ‘El Lobo’, el primer agente negro de España.
Vasco de nacimiento. 23 años. Euskera como lengua nativa. A principios de los años 70, Mikel se convertía en el hombre ideal para un trabajo que bien podría pasar por sentencia de muerte: infiltrarse en ETA. Tras ser contactado por el servicio secreto, reticente pero deseoso de servir a su país, Mikel se une a las filas de los terroristas al sur de Francia, volviendo a España como miembro de la cúpula del grupo.
Con el arresto de casi 200 etarras, en menos de una década, ‘el Lobo’, como se le conocería en inteligencia, consigue desarticular desde arriba la facción político-militar de una de las bandas criminales más peligrosas del mundo. Es a su costa que la misión termine antes de poder minar al grupo por completo.
Desde las sombras, la labor de Mikel se ha vuelto piedra angular para la seguridad del país: forma parte en la caída de Terra Lliure, se infiltra en La Vanguardia, su trabajo arroja las primeras luces sobre los escándalos de Mario Conde y la familia Pujol. Ha tratado con yihadistas, narcotraficantes, redes de blanqueo de dinero y nunca ha dejado de perseguir su objetivo inicial: hacer caer a ETA.
Sin distinciones, sin nómina, cobrando en sobre una vida bajo miras enemigas. Ante el riesgo de ser descubierto, ‘el Lobo’ prefirió poner su propia arma – y su vida- en manos de los etarras antes que traicionar la operación. Aún así, a pesar de ver a su agente envuelto en fuego cruzado, inteligencia no dudó en continuar: ‘El Lobo, si ha de caer, que caiga.’
En el negocio de los secretos, no hay imprescindibles.
“Es una vida tortuosa,” nos dice el vasco. “Te lo dicen apenas decides entrar. No tuve miedo de vivir en las sombras, pero sí angustia. Nunca te deja la angustia.”
Parece inaudito que Mikel, 45 años después, aún siga empeñado en cumplir su tarea. Ha cambiado de rostro, de tierra, de alias, pero nunca de determinación. “Al principio parecía una locura,” confiesa al recordar los días entre aquellos jóvenes ebrios de odio, en que el respeto se tasaba según la sangre en tus manos. “En ese momento de duda no pude más que encomendarme la virgen. La fe es primordial para tomar cualquier camino: te da fuerza, te hace creer en ti, creer que eres capaz de todo.”
Al tener que cortar la comunicación, despedimos a Mikel entre aplausos. “Me habría encantado estar más tiempo y en ustedes,” nos dice, emocionado. “Y en persona. Los jóvenes son quienes hacen las mejores preguntas.”
Los agentes secretos de verdad no pelean en trajes a medida, no viajan en primera clase ni salen eyectados de sus Aston Martin. Son ciudadanos comunes, sin raíces, temerosos, pero dispuestos a dar su vida por el bien su nación. Y al que nos ha contado hoy su historia, la vida ya no le puede deparar más sorpresas. Su fe, la misma que lo librara de los tugurios más oscuros sin disparar jamás una bala, y la familia que, contra cualquier pronóstico, ha logrado forjar y mantener ya cuatro décadas, son el móvil detrás de cada misión. El soporte con el cual no hay objetivo que no pueda realizar.
Autor: Ricardo Sebastián Nieto
Ingeniero Físico Industrial