Juan Carlos Gallego y Borja Rodríguez

«Vida(s) en juego»

17 de noviembre de 2022

«Soy ludópata rehabilitado, estuve a punto de perder la vida porque el juego la convirtió en un infierno».

Juan Carlos Gallego tuvo una vida normal: se casó, tuvo dos hijas y una vida estructurada hasta que, a los 50 años, aparecieron las apuestas deportivas. Le gustaba el deporte, ganar dinero rápido, los números, las estadísticas y una inquietud por «reventar la banca»; ese cóctel favoreció su adicción.

Fotografía: Rafael Parra

Y es que la adicción al juego suele comenzar de una manera parecida: entre amigos, apostando el sábado en el partido de tu equipo para echarse unas risas y pasar un buen rato, hasta que todo evoluciona y te encuentras perdiendo dos mil euros diarios en partidos de cualquier país del mundo, a cualquier hora y, lo peor, solo, porque no quieres que tu círculo te vea y sepa que eres adicto.

Llegas a un punto en el que las relaciones sociales te resultan indiferentes porque lo único que te importa es apostar, por encima incluso de un beso de tus hijas, una velada con tu mujer o cualquier otra cosa de este mundo.

Bajo la falsa promesa de una fácil ganancia, se esconde una realidad que todos quieren obviar porque se piensan más inteligentes que el resto de los incautos que sucumbieron antes que ellos: el juego está preparado para que siempre gane una persona (la empresa) a costa de que muchos pierdan (los jugadores) engrosando los beneficios. Para que esto ocurra, eres manipulado por una industria sumamente profesionalizada, que te hace pensar, como los trileros de las ferias de pueblo, que es muy fácil ganar, «invitándote» a que lo compruebes porque, total: ¿Qué puedes perder: 5, 10, 20 Euros? ¿Quién no tiene ese dinero para probar suerte un día? ¡Ay, amigo! Como ganes al principio, picaste como salmón en la caña de un veterano pescador. Te habrás llevado el cebo, pero acabarás perdiendo seguro.

Eso le pasó a Borja Rodríguez, quien, con veinte años se fue a un casino para celebrar un cumpleaños con unos amigos. Ese día tuvo la mala suerte de picar el anzuelo al ganar 150 Euros. Y es que en ese justo momento su mente hizo clic, sintió que su destino había cambiado y que podía ganarse la vida así, jugando y sin trabajar. Sus visitas se fueron acortando en el tiempo: cada dos semanas, cada semana, varias veces a la semana. Y fue disminuyendo el grupo de asistentes al casino, hasta que acabó yendo a diario, solo y a escondidas, mintiendo a su familia y amigos. Cuando el casino se le hizo incómodo porque tenía que inventarse cosas y mentir, se pasó al ámbito 2.0, las apuestas deportivas, mucho más fáciles, accesibles, inmediatas e impersonales. Además, le gustaba el deporte, nuevamente el cóctel perfecto. 

A partir de aquí, su vida se convierte en un desastre. No quiere tener contacto con nadie para evitar la posibilidad de que le descubran (familia, amigos…). Al final quiere más y más, pero no dinero, sino emoción, dopamina y adrenalina, por lo que acaba apostando todo el tiempo que está despierto, y pasa de apostar cinco Euros a perder once mil en menos de tres horas. Os podéis imaginar lo que eso significa para una persona con un salario estándar; había que parar esto.

Borja fue a APAL (Asociación para la prevención y ayuda al ludópata http://apalmadrid.org/#/home) y al llegar le pasó algo muy común: se sentía diferente al resto de los adictos, porque el percibía que sí, que podía tener un «problemilla» de juego para el que necesitaba algo de ayuda, pero medio año después admitió que tenía una enfermedad que debía tratar para curar. Hoy, treinta y ocho duros meses después, es una persona libre y dedica su tiempo y su dinero a lo que realmente le interesa y le gusta: cenar, viajar, estar con su familia… 

Estos testimonios que Juan Carlos y Borja nos regalaron el pasado jueves 17 de noviembre en la sesión del programa Héroe® del Colegio Mayor Santillana, nos han dejado una semilla profunda para que comencemos a pensar, reflexionar y trabajar.

Y es que todos, cuando vemos estos problemas desde fuera, pensamos que, como cualquier adicción, nunca nos puede pasar a nosotros, pero el riesgo está ahí y nadie está exento de caer.

Porque ambos nos dijeron que todos comienzan, como en todas las adicciones, de la misma manera, poco a poco, con cinco Euros. Pero eso siempre va a aumentar, porque uno no juega para ganar un puñado de Euros, juega por la emoción. Y es el cuerpo, debido a la tolerancia, el que cada vez pide más estímulos para obtener lo mismo, por lo que necesitas apostar más (eso se convierte para ti en apuestas de abuelas en el bingo del hogar del pensionista) y acabas, para seguir sintiendo algo, apostando veinte mil y apropiándote del dinero de quien sea y como sea.

Borja y Juan Carlos saben que hasta que uno no está dentro y enganchado no siente que esto vaya con él, por eso su charla se centró en hacernos ver que, cuando el juego controla tu vida, es el momento de reaccionar, dar un paso y escapar. Si su visita sirve para que cualquiera de nosotros pueda hacerlo, o que podamos ayudar a alguien a hacerlo, todo habrá merecido la pena.

Borja quiso terminar con una confesión: 

«Yo no me dejaba ayudar por nadie, si alguno de vosotros hubiera venido a contarme esto en mi etapa de jugador, no os hubiera hecho caso».

Y Juan Carlos acabó diciéndonos algo que nos llegó al corazón:

«Sois muy brillantes, tenéis que cometer errores y equivocaciones, pero utilizad vuestro talento para algo útil, no para arruinaros la vida. Yo no me considero mala persona, he hecho cosas malas porque me he equivocado muchísimo…y lo he pagado. No cometáis el mismo error».

Muchas gracias a ambos por los testimonios y aprendizajes que nos regalasteis. Esperamos aprender la lección, estar a la altura y ser honestos con nosotros mismos porque, como bien nos habéis dicho:

«El dinero perdido es lo de menos porque esa deuda se acaba pagando con el tiempo. La deuda moral, tanto contigo como con la gente que quieres, es mucho más difícil saldar».

Héctor Trinidad

Héctor Trinidad
Colegio Mayor Santillana
@HectorTrinidadQ

Juan Carlos Gallego y Borja Rodríguez

«Vida(s) en juego»

Sesión a las 21 h
COLEGIO MAYOR SANTILLANA

C/MARBELLA 60, 28034, MADRID
Programa de excelencia personal HÉROE ®

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