«En el mundo de la moda las prisas no son buenas compañeras»

TERTULIA CON JAIME GARRASTAZU.

El  12 de enero tuvimos la suerte de recibir en el Colegio Mayor Santillana a  Jaime Garrastazu,  cofundador y responsable de Marketing de la marca Pompeii.

Jaime nos contó como la primera idea de Pompeii nació cuando aún estudiaba la carrera (él estudió Administración y Dirección de Empresas junto con Derecho), junto con otros 3 amigos de toda la vida. Uno de ellos comentó que quería crear una marca de ropa, de camisetas o sudaderas, pero finalmente decidieron cambiar la idea y dedicarse a las zapatillas.

Tomada esta decisión y sin estar esta idea sujetada por un modelo de negocio o un estudio de mercado, se pusieron a averiguar cómo hacerlas, ya que no tenían ni idea.

¿Qué es lo primero que hacemos todos hoy en día si queremos informarnos de algo? Acudir a Google.  Ahí encontraron miles de PDFs que leían por las noches para informarse del tema. El siguiente paso fue buscar fábricas de calzado, donde pudieran hacer sus zapatillas.  El método que utilizaron fue buscar en las páginas amarillas y llamar directamente. Tras varias llamadas fallidas comenzaron a entender la juerga del sector del calzado y consiguieron hacer algún avance. Finalmente, pudieron cuadrar una serie de reuniones.

Se dieron cuenta entonces de que tenían un problema. Los modelos de zapatillas que querían presentar estaban dibujados en folios en blanco, coloreados con lápices de colores. Esto era impresentable por supuesto, así que lo pasaron a Paint, obviamente mucho más serio.

De esta forma llegaron los cuatro amigos, totalmente enchaquetados (había que ser profesionales), a una fábrica de calzado en Elche, siendo Mayo, y con unas temperaturas bastante altas entrando en un ambiente totalmente obrero, de trabajo manual y brazos arremangados. La situación era un poco absurda nos cuenta Jaime. Así consiguieron empezar a enterarse de los pasos que debían seguir.

Pompeii, al ser una marca de zapatos, un comodity, quería encontrar algo que realmente les diferenciase del resto de zapatillas del sector, algo ajeno al producto en sí. La solución que encuentran estos cuatro amigos, que cuadra con lo que ellos querían conseguir, es crear algo más grande que una simple zapatilla. La idea es crear toda una cultura Pompeii, que la zapatilla no represente solo el calzado que llevas puesto en ese momento sino toda una forma der ser, que refleje una personalidad. La marca debía tener unos valores detrás.

Una vez decidido esto tienen un gran problema. Entrar en el sector del calzado no es fácil y ellos querían hacer una zapatilla totalmente suya, sin utilizar moldes de otros modelos. Estas materias primas eran caras a la hora de hacer una inversión inicial, necesitaban 18.000€ para comenzar a funcionar.

Jaime había tenido espíritu emprendedor desde siempre y tenía ahorros de otros proyectos, el resto de amigos también consiguieron dinero de distintas formas y consiguieron reunir esa cantidad. Una vez conseguida la inversión inicial consiguieron  llevar a cabo la primera remesa de zapatillas, pero el resultado no fue el que ellos pensaban.

“Cuando me trajeron la primera zapatilla Pompeii yo pensé que era la zapatilla más fea del mundo”  nos dijo Jaime.

Al principio, lo que tienes como diseño y la zapatilla que traes de la fábrica no tiene nada que ver.

Cosme, el diseñador y uno de los amigos, al ver la zapatilla, en vez de decir lo que realmente pensaba le salió un “pues… la verdad es que esto… esto está bastante bien” cuando realmente lo que querían decir a la fábrica es que debían seguir trabajando en ello. Era todo un poco kafkiano.

Por ejemplo, lo primero que miraron fueron los cordones, el fabricante les mostró el único otro modelo que tenía por allí, ese convenció y es el cordón de cuero que tienen las Pompeii a dia de hoy.

“Al final, la suerte es siempre un aliciente y creo que el gran aprendizaje aquí es que  si no peleas la muestra,  el haber llegado hasta ese momento, la suerte no te llega. En ese momento la decisión del cordón no fue nuestra, es el único que estaba ahí, pero ese momento hay que buscarlo y pelearlo, sino la suerte no te llega”.

A partir de ahí comenzó Pompeii realmente, sin demasiados recursos y sin ninguna experiencia. Los cuatro amigos seguían teniendo muy clara su intención de crear una marca fuerte, con algo detrás, no solo fabricar unas zapatillas. Su idea para promocionar las zapatillas fue utilizar las redes sociales. De este modo abrieron cuentas en Facebook e Instagram y comenzaron a generar contenido que “la gente podía intuir, luego que la gente podía ver, pero sobre todo que no podía comprar”.

Tenían 349 pares de zapatillas, guardadas en el garaje de uno de ellos. Pagaron un Pop Up, pero no querían confiar tan solo en el público que podrían conseguir ahí en el mismo momento y espacio físico que tendrían. Ellos querían mover el producto antes de que saliese a la venta, crear expectación. Enseñaron zapatillas a influencers de por entonces, youtubers o bloggers, para que mostraran el producto. Además, como realmente solo tenían una muestra y no estaba acabada, enseñaban partes de la zapatilla, no entera.

Por entonces tenían más de 4.000 seguidores y solo 349 zapatillas. Ocurrió algo el día anterior a vender las zapatillas, se dieron cuenta de que una tira metálica rozaba con la piel y producía una herida importante en la pierna. Pensaron en pararlo todo, pero al final decidieron seguir, con la suerte de que no todas las zapatillas tenían ese elemento que provocaba la herida. Cogieron una furgoneta y fueron para allá. En dos días se agotaron las zapatillas.

La idea que Jaime nos quiso transmitir al contarnos esta idea es que “Hay que dedicarle el tiempo suficiente al producto” y darle la importancia que tiene.

Ese año siguieron con esa técnica de Pop Up, cambiando cada fin de semana de ciudad en España y viajando en esa furgoneta, de la familia de uno de ellos. Allí donde iban llevaban la expectación con ellos. El siguiente paso fue crear una página web, que pidieron a un amigo, con la única peculiaridad de que no había botón de comprar. Esta fue una técnica para hacer eso que querían, crear una marca, y lo forma fue esa, crear comentarios acerca de las zapatillas, acerca de la marca, de esta forma la construían.

“En el mundo de la moda las prisas no son buenas compañeras, hay que ir paso a paso”.

Jaime nos insistía en la importancia que tenía la idea de querer crear una marca sólida. Querían crear una marca “que nos vea morir, suena tétrico pero es así”. Por ello decidieron aplicar estas técnicas de expectación, quitar el botón de comprar, lo que parece contradictorio, y posponer las ventas y por lo tanto los ingresos para crear algo más grande a medio y largo plazo.

Acabó así Jaime de contarnos los inicios de la marca y nos contó un poco más detalladamente su propia experiencia personal y como aquella aventura de lanzarse a vender zapatillas con unos amigos le había hecho crecer.

“Para mí, esta historia de nuestros comienzos, creo que de alguna forma refleja los miedos que  todos podemos tener  al emprender: la incertidumbre, la falta de experiencia… pero creo que muchas veces esa es más una  barrera mental que real. Solo tienes que decidirte a dar el paso de que vas a hacerlo y para mi aquí hay una palabra clave, y que en este tiempo he aprendido su verdadero significado al emprender, esa palabra es la coherencia. Esto lo resumo en una frase “si vas a por algo, vas, si vas, vas” si decides que emprendes es como la jungla, sabes que hay serpientes, sabes que hay peligros, pero sabes que si sales de ahí, has triunfado. No vale emprender y pensar que vas a ser Steve Jobs.

«Creo que en el punto en el que entiendes que tu gran obligación es dejarte la piel en lo que haces, sabiendo que  eso no te va a garantizar nada,  eres coherente contigo mismo y tienes que serlo”.

Jaime nos contó también otros aspectos de su vida en los que Pomeii había tenido una gran importancia, como la dejar  su especialización para trabajar en una auditoria, su relación con la familia, sus momentos más duros a nivel personal como el tener que reconocer duros y graves errores con graves consecuencias, como despedir a personas, etc.

Fue sin duda una gran tertulia donde aprendimos muchísimo, no solo  de emprendimiento y nacimiento de empresas o proyectos propios, sino de tomar decisiones, comprometerse verdaderamente con algo o ser realmente coherentes con nosotros mismos.

 

 

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