Bitácora sobre el viaje de veteranos del Colegio Mayor Santillana
Como cada año en el mes de octubre, el Colegio Mayor Santillana celebra el tradicional Viaje de veteranos para celebrar la continuidad de aquellos colegiales que ya han estado más de un año en nuestra residencia universitaria.
Como compensación a esta promoción, el Colegio Mayor hace una escapada a un destino fuera de Madrid, en ocasiones, cuanto más lejos mejor.
En este curso 2019/20, el destino elegido fue las islas canarias.
Antes de llegar a Canarias, lo primera imagen que me llegaba eran los colores de su bandera. Y eso es en lo que piensa la mayoría de gente cuando piensa en Canarias. Blanco por la espuma de sus olas, que acarician sus orillas a diario; azul, por el agua, que rodea a cada una de sus islas y por el cielo; por último, el amarillo, representando al Sol (y puede que también a los plátanos), siempre presente en el archipiélago.
Sin embargo, tras irme, los colores que se me hubieran quedado grabados en los ojos si estos tuvieran memoria serían el negro, el verde, y el azul.
El negro, en primer lugar. Que se refleja sobre su pasado, su presente y su futuro. Recuerda al origen volcánico de la isla, a la era de caos y agitación de milenios atrás y que hoy han desembocado en una profunda calma, que se sustenta sobre una gran base de basalto, que sirve, principalmente, para recordar su carácter volcánico y para darle a las islas esos tonos tan negruzcos y esos matices que permanecerán allí por siglos. Un color oscuro que culmina en el Teide, que preside todo Tenerife, como quisiéndole recordar de dónde viene.
Pero, a pesar de los tonos tan apagados que predominan en la isla, la impresión que causa la isla está lejos de ser lúgubre. Más bien, todo lo contrario, gracias a la quietud de todo lo que ocurre allí, por la bondad de sus gentes, por los distintos colores de sus casas, esparcidas por todo el terreno. Pero el principal contraste frente a estos tonos oscuros los ofrecen todos los tonos de verde, de la rica vegetación repartida por el archipiélago. Un verde que, aunque se concentre en algunos rincones, nos deslumbra por su densidad, por su flora tan variada y tan distinta a la que estamos acostumbrados a ver en la península.
El azul sería el único color que hubiera respetado de la bandera. ¿Y cómo no hacerlo? Es imposible no poder acordarse de todos los tonos de azul que encontramos en el cielo, que van variando a lo largo del día y que, en el horizonte se funden con los otros azules del mar.
Habiendo transmitido al lector cuáles son los colores -y las imágenes- que predominan en la isla, creo que ya puedo pasar a narrar nuestros días pasados allí. Así que, a continuación exponemos el «Cuaderno de Bitácora» que se escribió durante aquellos días.
Tenerife 31/10/19
Primer amanecer en Tenerife, más tardío de lo que solemos estar acostumbrados en la península. Los buenos días no solo nos los da el sol Canario, con sus 26 grados que tanto se agradecen en octubre, sino también el desayuno de Don Alfonso, que nos han llenado de energía para el día de hoy.
Y es que el SiamPark requiere una buena dosis de proteína, para poder resistir sus raudos y trepidantes toboganes, que, con razón han llevado al parque a estar entre los 5 mejores parques acuáticos de Europa.
Allí pasamos el día, entre chapuzones y gritos de emoción, para acabar despidiéndolo con la vista del atardecer en la Playa de los Cristianos.
Tenerife / La Gomera 01/11/19
Comenzamos el día temprano. Muy temprano. Ni siquiera estaba el Sol presente para darnos los buenos días.
De hecho, a lo largo del día lo íbamos a echar de menos, ya que la bruma de La Gomera nos impidió verlo. Una bruma que nos esperaba en los más altos montes de la isla, en el Parque Nacional de Garajonay, con su flora milenaria.
Parque al que accedimos en un ferry, que nos permitió surcar las aguas del Atlántico para llegar a este paraíso tropical.
Para continuar con el jolgorio, ya emocional, al caer la noche, Arturo nos obsequió con un cóctel que no puede ser más canario, el Kraken. Mientras los degustábamos, realizamos una dinámica que nos permitiría conocer nuestras fortalezas, nuestras virtudes y como mejorarlas. Con esto no pudo haber mejor forma de acabar el día.
¿Alguien me ha preguntado quien fue la guía? Por supuesto! IsabelDora
Tenerife / El Teide 02/11/19
La jornada de hoy sería especialmente cansada, y no concretamente por el madrugón, sino por el largo viaje que llevamos a cabo, dirección al Teide.
Pero antes de lanzarnos en esta aventura, fuimos a los Acantilados de los Gigantes, cuyo nombre explicita su inmenso tamaño.
Tras contemplarlos, nos dispusimos a subir el gran volcán que domina toda la isla. Comenzamos a subirlo por su cara sur, atravesando sus cordilleras marcadas por sus distintos tonos de negro y verde.
A causa del viento no pudimos conquistar su cima, pero estuvimos explorando su ladera, perdiéndonos entre sus páramos desérticos. Allí nos adentramos entre rocas y rocas, que daban la sensación de estar en otro planeta.
Luego fuimos al Centro de Interpretación del Parque Nacional del Teide, donde nos explicaron el origen del Teide, y cómo a partir de unos cuantos volcanes surgieron siete islas que componen el archipiélago canario.
Al regresar volvimos por su cara norte, por el valle de la Orotava, una ladera inmensa cubierta de un manto verde y por un gran pueblo, esparcido a lo largo y ancho de toda la ladera. Allí pudimos disfrutar de su cerveza y de sus gentes durante un tiempo.
Finalmente llegamos al Albergue, donde cenamos y vimos la película de «El indomable Will Hunting», que nos ofrecía una interesante reflexión sobre que no basta con tener talento, sino que hay que ponerlo en marcha con el compromiso.
El día de la despedida, disfrutamos del último desayuno alborotados entre maletas y duchas a última hora y nos dispusimos a hacer carretera rumbo al norte de la isla.
Una vez aparcadas las furgonetas en San Cristobal de la Laguna, pudimos disponer de unas horas libres por el soleado pueblo canario.
Tras tapear un poco, comprar souvenires, y pasear por sus calles, a las 13h nos esperaba Don Alfonso en lo alto del altar de la Catedral para dar la misa, una experiencia inolvidable.
Terminamos el día, y nuestro viaje, comiendo todos juntos en el restaurante Por Favor Tasca y realizando una dinámica en medio de la calle que no dejó a nadie indiferente, sobre todo a los viandantes de la zona.
Subimos al avión y pusimos fin a mil anécdotas que han servido para unir más a nuestra familia Santillana.
Autor: Pablo Cortina
Veterano del Colegio Mayor