CARLOS SALAS MERINO
<< Adicciones; ¿Cuándo empezamos a huir de nosotros mismos? >>
El programa de excelencia personal Héroe busca formar a los colegiales de Santillana para que, no solo sean grandes profesionales, sino que también sean grandes personas.
Para poder evolucionar como individuos hay que tener siempre presente no solo lo que te potencia, sino también hay que conocer qué aspectos te pueden generar un retroceso en ese crecimiento, sobre todo para prevenir su aparición y, en el caso de que nos encontremos con ellos, ponerles remedio.
Por eso, el jueves 28 de enero de 2021, el psicólogo Carlos Salas se acercó al Colegio Mayor Santillana a charlar sobre adicciones y cómo evitar dejarse llevar por las mismas.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que “cualquier cosa que nos genere un placer es susceptible de convertirse en adicción”.
Pero que algo nos guste o nos genere placer o bienestar no quiere decir que sea malo, la clave es contestar a esta pregunta: ¿Cuándo podemos empezar a pensar que somos adictos a algo?
Y la respuesta que nos dio Carlos fue muy clara: Cuando se den dos factores conjuntamente, un sentimiento de dependencia y una tolerancia cada vez mayor.
Para poder entender mejor lo que nos quería contar nos habló de las dos posturas que hay en el estudio de las adicciones:
- Teoría del modelo biomédico: nos enganchamos porque somos, o en ese momento estamos, vulnerables.
- Teoría del modelo bio-psicosocial, también conocida como de refuerzo negativo: Al principio esa acción que posteriormente se convertirá en adicción genera un refuerzo positivo, pero te adiccionas cuando esa acción es una válvula de escape de las cosas negativas. Ya no es algo positivo, pero sirve para no tener esos sentimientos negativos.
“No juega para encontrarse bien, si no para no encontrarse mal”
Esta última teoría se basa, en gran parte, en la asociación de sentimientos. Pongamos por ejemplo el juego: Un adolescente empieza a jugar por diversión, por la tensión de si puede ganar algo de dinero, a la vez que disfruta y genera adrenalina. Sin embargo, con el paso del tiempo deja de jugar por diversión y lo hace para evadirse de los problemas. “No juega para encontrarse bien, si no para no encontrarse mal”. Además, al generar tolerancia, cada vez necesita jugar más y más, tiempo y dinero para sentir lo mismo, dejar de sufrir.
Sin darnos ningún dato personal, Salas nos mostró perfiles generales de los adictos que ha conocido.
Nos habló de un chico de unos 25 años que, en el momento de ir a terapia, ya había perdido más de 25.000€ y que no tenía límite, porque algo que nos quiso dejar claro es que…
“Cuando un adicto al juego pide ayuda, es porque ha perdido absolutamente todo: lo suyo, lo de su familia, y muy frecuentemente tiene deudas que le acompañará el resto de su vida”.
Aunque “las adicciones nos llevan a límites absurdos” , ¿cómo puede ser posible llegar a esos extremos? Otra de las causas es no hacer una adecuada gestión de nuestras emociones, y el origen es porque nunca nos han enseñado a hacerlo. No nos han enseñado a llorar, a estar tristes, a no ser perfectos…Nos han enseñado, sobre todo a los hombres, que debemos ser fuertes y aguantar lo que nos echen, pero al no gestionar adecuadamente nuestras emociones, somos muchos más vulnerables y propensos a caer en el pozo de las adicciones. Si a todo esto añadimos el tabú de no querer acudir a un psicólogo porque se asimila con “estar loco”, el cocktail es una bomba de relojería esperando el momento justo de estallar.
Esto es lo que Pixar nos enseñó con la película Inside Out, que los sentimientos tienen una utilidad y nos mandan mensajes. Hay que alegrarse cuando pasa algo positivo, y entristecer cuando sucede algo negativo.
Entonces, ¿Cómo podemos evitarlo o por lo menos ayudar a quien lo esté comenzando a sufrir? Hay formas para detectar cuando alguien está comenzando a adicionarse. Ejemplos claros son las alteraciones de comportamiento que llevan a realizar conductas extrañas nunca antes hechas por la persona. El aplanamiento emocional también es uno de los síntomas más recurrentes.
Además de observar las emociones y medir los comportamientos, lo más importante en estos casos es hacerle ver al posible adicto que “tiene personas detrás con las que puede contar para que le ayuden”.
Hablamos de la adicción al teléfono móvil y cómo hay una gran industria de ingeniería social detrás que busca tenernos la mayor cantidad de tiempo detrás de la pantalla. El mayor riesgo que sufrimos es utilizarlo para evitar el aburrimiento, por lo que si queremos ser menos vulnerables, debemos “aprender a aburrirnos”, ya que nunca nos han enseñado a hacerlo.
Y por último hablamos de la dependencia emocional en el ámbito amoroso, en lo que tiene mucha culpa la visión del amor idealizado que nos ha vendido Hollywood tanto en las comedias románticas como en el mundo de Disney.
En definitiva, la vida no es de color de rosa, el amor no es de Disney y todos debemos aprender a gestionar el día a día con sus momentos buenos y malos, con sus penas y alegrías. Debemos aprender a afrontar los problemas y a no huir de ellos. Debemos saber reir, llorar y disfrutar de la vida que tenemos, y si vemos que no podemos con algo, pedir ayuda, porque todos somos vulnerables a caer en el pozo de las adicciones.
JORGE BELMONTE
Veterano del Colegio Mayor
Estudiante de periodismo
CARLOS SALAS MERINO
<< Adicciones; ¿Cuándo empezamos a huir de nosotros mismos? >>
Psicólogo
📆 28 de enero de 2021
Sesión a las 20:45 h
COLEGIO MAYOR SANTILLANA
C/MARBELLA 60, 28034, MADRID