Adolfo Suárez
«La necesidad de la concordia; ayer, hoy y mañana»
“Si sirvo para algo es para acordar; siempre me he dedicado a resolver conflictos, a alcanzar acuerdos para no tener que llegar a los tribunales”
Con esta frase comenzaron las sesiones de desarrollo personal del programa Héroe® del Colegio Mayor Santillana en su curso 2022-2023. Adolfo Suárez vino a hablarnos de la necesidad de la concordia, el diálogo y el entendimiento frente a la polarización y el enfrentamiento que tanto tenemos presente en la época actual.
Adolfo nos hizo ver que todos los mortales convivimos con otros seres humanos en constante discrepancia y, sin embargo, eso no nos impide formar familias, vivir en sociedad o constituir empresas, ya que no hace falta estar al 100% de acuerdo con alguien para desarrollar un proyecto en común. Y es por eso hay que llegar acuerdos, siempre basados en la concordia.
Pero ¿qué es la concordia? Para entenderlo nos citó a su propio padre en la entrega de Premios Príncipe de Asturias (ahora Princesa), en 1996 donde pronunció su célebre frase:
“La concordia es el respeto al que no piensa como tú y no es tu enemigo, sino tu complementario”.
Y es que debemos tener claro que existe un espacio en el que cabemos todos, y que para poder convivir debemos ponernos de acuerdo en lo básico: “queremos vivir juntos y debe haber un conjunto de normas básicas que debemos respetar”.
Hoy en día estamos haciendo algo muy alejado de esa idea, recurrimos al sentimiento en vez de a la razón y eso provoca polarización. Socialmente parece un signo de debilidad estar de acuerdo con otro y se valoran más la vehemencia y el sentimiento desacerbado. Pero no debemos equivocarnos, estar de acuerdo no significa renunciar sino compartir.
No debemos olvidar que la experiencia y la historia nos dicen que ese camino no es el correcto. SI echamos la vista atrás podemos ver cómo los discursos en el congreso, durante la segunda república, eran de este tipo (Incluso llegaron a sacar pistolas en el parlamento; como curiosidad Adolfo nos contó que, desde entonces, hay un artículo del reglamento que prohíbe llevar armas en la cámara baja). Ya sabemos todos lo que pasó después.
Puede parecer que esa concordia es sencilla de alcanzar, pero no es así para nada. Esa actitud ante la vida es muy difícil de asumir, interiorizar y llevarla a la práctica. Cuando alguien nos hable de la transición, por ejemplo, no debemos caer en el error de pensar que todo fue un camino de rosas; por el contrario, fue muy difícil llegar a acuerdos. Sin embargo, había un sentimiento global más fuerte que cada una de las individualidades: “El sufrimiento que había pasado España hasta ese momento”.
Esa fue la clave de lo que se llamó “El espíritu de la transición”. Entender, a pesar de tener todo el derecho del mundo a sentir odio y rencor, que hay que dejarlo a un lado para pasar página.
Por eso, cuando Adolfo escucha a gente joven hablando con ese odio, ira o rencor sin saber lo que son el sufrimiento, la guerra o la muerte, se le ponen los pelos de punta. Mucho más cuando en el parlamento se dicen tantas salvajadas, porque eso es llevar lo peor de la calle a las instituciones.
La concordia no es renunciar a tu forma de ser o de pensar, sino admitir que hay otros que piensan distinto. Y no se trata de imponer mis convicciones, sino de aceptar y ¿por qué no? intentar convencer al que no piensa como yo, pero siempre desde el respeto.
La clase política cada vez está más distanciada de la sociedad y eso provoca que la gente esté muy desencantada de la política. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestro voto vale muchísimo más de lo que pensamos. Nos equivocamos si pensamos que no tenemos el poder, ya que nuestros representantes están sentados en el congreso porque un ciudadano les votó. Y nuestro voto es la clave para cambiar las cosas.
Porque no debemos olvidar que la democracia consiste en que todos valemos lo mismo, todos decidimos igual. Y la política no se debe basar en el enfrentamiento, sino en buscar las maneras de conforman mayorías, que son las encargadas de generar estos cambios.
Esas mayorías nunca las conseguiremos generando odio. Esto solo provocará más odio, enfrentamiento y polarización. Una vez que entramos en este círculo vicioso, encendemos una mecha que prende muy rápido pero que es muy difícil de apagar.
Por último, y para despedirse, nos dejó un mensaje fundamental: la concordia es un sentimiento, una conducta que cada uno debe imponerse a sí mismo de respeto al otro. Está en nosotros la manera en que afrontemos las relaciones sociales y los conflictos que, siempre, van a aparecer en nuestras vidas.
Muchas gracias, Adolfo, por darnos una gran lección de lo que es no querer llevar la razón o ganar, sino entender que el bien común y la concordia entre los seres humanos solo se dará desde el respecto a las normas, esas reglas del juego que, entre todos, hemos diseñado. Si queremos cambiar algo, ya sabemos…Conseguir 176 escaños que representen el sentimiento mayoritario de una sociedad que, sin duda, seremos responsables de ayudar a construir.
Héctor Trinidad
Colegio Mayor Santillana
@HectorTrinidadQ
Adolfo Suárez
«La necesidad de la concordia; ayer, hoy y mañana»
Abogado y Secretario de la Mesa del Congreso de los Diputados15 de septiembre de 2022
Sesión a las 21 h
COLEGIO MAYOR SANTILLANA
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